El regalo del tiempo y la atención
Recupero otro fragmento de una de mis revistas preferidas, escrita por Francesc Miralles, escritor y periodista
"El reino de Lucernia era extremadamente próspero pese a tener un monarca de pocas luces. Sus tierras eran tan fértiles que las verduras crecían con asombrosa rapidez y se obtenían más de cuatro cosechas al año sin que los agricultores hicieran apenas nada. Había agua en abundancia, los animales de las granjas se reproducían sin cesar. Nunca faltaba comida en las casas y el superávit de alimentos permitía comerciar con otros reinos. El flujo de porcenalas de Oriente, finas sedas y muebles de los mejores artesanos del mundo era constante.
En medio de esa riqueza, la princesa Samina, de gran belleza e inteligencia a diferencia de su padre, acababa de alcanzar la mayoría de edad. Era tradición que tornara esposo antes de un mes. Cada mañana, recibiría en palacio a los pretendientes y valoraría sus regalos. Aquel que conquistara su corazón sería el elegido.
La llegada de los pretendientes desde los cuatro puntos cardinales levantó gran expectación. En la primera jornada, la población se agolpó a las puertas del palacio para contemplar lo que traían los que aspiraban a ganarse la heredera del trono.
Un reyezuelo africano trajo como ofrenda una docena de elefantes cargados de oro, pero ni si quiera consiguió que la princesa levantara la cabeza. Humillado, tuvo que volver a su lejano país de origen con su pesada carga.
Del norte llegó un escultural joven que portaba un zafiro grande como un puño, extraído de las profundidades de la tierra helada. La princesa abrió los ojos, admirada ante el tamaño de la piedra preciosa, pero acto seguido volvió a bajar la cabeza.
Un latifundista del este le mostró un mapa con sus posesiones, que multiplicaba por cinco los territorios de Lucernia. Fueron poca cosa para Samina.
Mientras tanto, en la comarca más lejana y olvidada del reino, un joven labrador era arrojado al camino por su padre con un saco vacío.
- Ve hasta el palacio donde la princesa recibe a sus pretendientes y pilla todo lo que puedas.
- Pero padre... - se escandalizó el chico-. ¡Eso es robar!
- No digo que robes, sino que recojas aquellos obsequios que acaben abandonados, sea por descuido o por rabia. Ser rechazado en el amor es un mal asunto, sobre todo para los caballeros de buena cuna, y muchos preferirán arrojar al suelo su regalo antes que volver con él a sus tierras como muestra de su fracaso.
El joven labrador se puso en camino con los pocos víveres que le había dado su padre. Estuvo tres días y tres noches caminando para llegar a la capital del reino.
Acostumbrado a su estrecho terruño, quedó fascinado por las elegantes plazas y calles con que se encontró. Observó la magnificencia de las casas y los sofisticados vestidos y trajes que lucían los capitalinos.
A su lado, pensó, parecía un indigno pordiosero que no tenía donde caerse muerto. Avergonzado, corrió a mezclarse con el pueblo llano hasta llegar a la entrada del palacio. allí se quedó boquiabierto al ver la larga cola de pretendientes que iban pasando lentamente hacia el interior, donde, desde su trono, la princesa consideraría sus ofrendas.
"Hay demasiados curiosos aquí afuera", se dijo el labrador. "Si quiero meter algo en este saco, tendré que confundirme con los pretendientes y estar atento por si cae algo".
Dicho y hecho, se pegó a la espalda de un fornido cazador que portaba en cada una de sus manos un ave del paraíso.
Otro de los pretendientes, un noble que sostenía unos zapatos de lujosos engarces, se fijó en el saco liso del chico y le provocó:
- Eh, tú, mequetrefe. ¿qué llevas ahí?.
- Pétalos de rosa.
El labrador tuvo que aguantar un estallido de risas a su alrededor. Ya estaban cerca del trono y el chico no había encontrado ningún obsequio huérfano, como había supuesto su padre. De repente vio a la princesa Samina que, con cara de fastidio, atendía a cada uno de los pretendientes.
Era la muchacha más bella que había visto en su vida. Tal fue la impresión que le causó, que siguió hipnotizado en la cola hasta plantarse ante ella.
La princesa se fijó en sus ropas humildes y en aquel saco y le preguntó:
- ¿qué has traído, joven labrador?
- Nada.
- Por el polvo de tus zapatos, adivino que vienes de muy lejos. ¿Has hecho un camino tan largo por nada?
Los pretendientes en la cola empezaron a proferir murmullos de burla. El chico no quería quedar como un tonto ante la princesa, así que le respondió:
- solo puedo darte una pregunta y mis oídos para escuchar tu respuesta. Es todo lo que tengo.
La princesa le miró admirada y dijo:
- Adelante con la pregunta.
- Aquí todos vienen con cosas que no has pedido ni necesitas. Mi pregunta es: ¿qué quieres tu, princesa?
- si te soy sincera, nada.
- Pues nada es justamente lo que traigo en este saco - repuso triunfal el labrador- Si aceptas mi regalo, es todo tuyo.
La princesa respondió con una luminosa sonrisa. A continuación, mandó despedir a los pretendientes que aún aguardaban. Había encontrado en el labrador, que le había ofrecido su atención, el mejor regalo del mundo. "
De este fragmento se pueden sacar muchas cosas. Una sería que en la vida siempre vas a encontrar con gente que te ofrezca muchas cosas a cambio de tu amistad, de tu cariño, de tu amor. Pero eso son solo cosas. ¿acaso el cariño verdadero se puede comprar con cosas o dinero?. yo creo que no y para ganarse el cariño, amor, atención de alguien uno tiene que ser la mejor versión de si mismo, pero siendo siempre uno mismo, no hace falta mostrar o dar algo que no se tiene o no se es, porque al final todo sale y no merece la pena engañarse ni engañar.
Otra que muchas personas no preguntan si te hace falta algo, sencillamente dan por hecho que lo que te dan es lo que necesitas. Y ahí va una de las preguntas que me hago siempre ¿tienes que dar lo que crees tu que le va mejor a esa persona? o ¿tienes que darle a esa persona lo que ella te está diciendo que necesita? difíciles preguntas, eh?.
Para mi primordial es que si alguien te "PIDE" explícitamente algo, que realmente lo necesita, atención, un abrazo, compañía, y no se lo das o le ignoras, hablando desde mi propia perspectiva, es probable que no te vuelva a pedir nada, no contará contigo porque no le has dado cuando te ha pedido dado que no es algo sencillo de hacer, requiere de valor y es muestra de confianza.
Cosa distinta es que aun prestándole atención, siempre con empatía y asertividad, veas que aquello que te pide no consideras que sea lo mejor y razones desde el cariño, porqué estás ahí pero no del modo que esa persona te pide.
Desde mi perspectiva de enferma crónica, aunque no lo parezca, ni pretenda dar pena, ni atenciones excesivas, si que tengo momentos de debilidad donde solo necesito saber que cuento con las personas que supuestamente me quieren. Por fortuna hay personas que nunca me han fallado, pero otras muchas si y seriamente, lo que hace que ya no me atreva nuevamente a pedirles algo, estoy segura que muchos ni lo notarán e incluso algunos lo agradecerán, pero solo tendrían que recapacitar para ver que mi actitud para con ellos en este sentido ha cambiado.
Cuando una persona busca tu apoyo, precisamente el tuyo, no es porque quiera contarte sus cosas malas, regulares, a veces si, claro; la mayoría de las veces quiere que la escuchen, la atención de esa persona a la que se acude. Por eso la princesa estaba tan encantada con el labrador, el único que la preguntó qué quería y que le ofrecía lo que tenía.
Esa es mi última conclusión, realmente el que da es quien ofrece lo que tiene, no hablo de dinero ni de cosas. Para un enfermo que pasen tiempo contigo es un regalazo por ejemplo, y más para los crónicos (para toda la vida supuestamente) porque casi siempre tenemos recaídas, tenemos dificultades para seguir una vida "normal". Así que no tienes que dar un coche, una comida, no, sencillamente tienes que dar tus ojos, tus oídos, tus abrazos, tu tiempo (tan preciado en estos días), con eso dices más de ti y de tu generosidad que con mucho dinero.
¿Que conclusiones sacaís vosotros? Reflexionar sobre estas cosas hacen que uno crezca un poquito más como persona, lo que se refleja en las relaciones con uno mismo y con los demás. Saludos.
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