"Quejorrea", enfermedad o síntoma.
En esta ocasión voy a aprovechar este portal para hablar de uno de los "síndromes sociales", si se me permite tan atrevida expresión y que, usando el término de un psiquiatra de prestigio en una ponencia me encantó, y lo denominó "quejorrea".
Para mi este término es el síndrome de quejarse de todo. Ya está, no hay argumentos constructivos ni acciones remediadoras, no, solo es queja. Muchas veces me pregunto si la falta de reflexión propia nos lleva a hacer eso, quejarse y punto. Da igual si se hieren sensibilidades, si se ataca a personas o colectivos, da igual porque soy yo y mi "verdad" la que considera que lo que yo pienso y digo es lo que vale sin hacer autocrítica primero.
Me salgo un poco de mi discurso positivista que intento desarrollar en este blog, lo sé, pero creo que el bucle en el que entramos no es saludable para nadie. Muchas personas se sienten atacadas con lo cual se convierten en "victimas" de la queja, mientras que las personas "quejosas" se extrapolan al papel de "malo" de la película, juzgando y haciendo de fiscal acusador cuando lo cierto es que ambos, para llevar a buen juicio, deben de actuar conjuntamente para evitar el daño de las partes.
Vivimos en una cultura con una tendencia brutal a detectar y señalar el
fallo ajeno como algo malo, burlesco, como una
miseria o debilidad del otro.
Si eludimos la parte autocrítica, corremos el error de buscar culpables fuera sin hacer limpieza en casa primero, es decir, dentro.
Oigo decir que si las escuelas no educan bien, también leo que la culpa de determinadas acciones es de las Administraciones Públicas por no tomar medias y, sinceramente, desde mi punto de vista (que no es el más sabio ni el más verdadero, solo es el mio) creo que la responsabilidad es de cada uno en cuanto a lo que afecta y está en la mano de cada uno.
Esto último lo matizaré, los responsables de los hijos hasta los 18 años, de su educación, es de los padres. Los profesores y la sociedad en general, influyen, por su puesto, pero la responsabilidad final es de los padres. Soy consciente que este tema daría para otro post, porque tiene muchos matices. Por eso vuelvo a recalcar lo de las "verdades", cada uno tiene la suya, que puede o no ser compartida y que muchas veces no es más que un punto de vista que si se comparte hasta puede tener mucho en común con otros que en un principio parecían opuestos.
Para mi, la responsabilidad de que la gente mea en la calle es de la persona que lo hace. No tiene la culpa el bar de al lado, ni el Ayuntamiento por no tener un policía en cada esquina (que por otro lado creo que tienen cosas más importantes que hacer) por ejemplo, la culpa es de quien lo hace como lo más natural del mundo. Acción de mear, acción (hecho, acto u operación que implica actividad, movimiento o cambio y
normalmente un agente que actúa voluntariamente, en oposición a quietud
o acción no física) es la clave y su responsable ya que actúa voluntariamente, el que mea.
La responsabilidad de que las calles estén limpias es de todos, sí. Porque si no se dejaran las bolsas de basura en el suelo de manera que quedan a disposición de que los animales las puedan llegar a abrir (por ejemplo), o si no dejáramos que nadie tire colillas, pañuelos, pipas, latas, plásticos como si el suelo se limpiara solo, no estaría tan lleno de porquería.
Las caquitas de perro, es responsabilidad de sus dueños, no hay más. Son ellos las que han de recogerlas.
Y todo esto hace que las calles estén más o menos limpias ¿no creeis?
Lo fácil, culpar a otros. Es muuuuucho mas fácil quejarnos del servicio de limpieza que reconocer que somos tan ligeros de tirar los envases al suelo sin pensarlo. Ojo, no digo que el servicio de limpieza o la señora de la limpieza sea o no responsable de cumplir con su trabajo, eso es otro asunto, me refiero a eludir responsabilidades.
He tenido la fortuna de viajar un poco en lo que llevo de vida y en otros países las calles están perfectamente limpias. Esto no sucede más que por las normas de convivencia que tienen y que no están escritas. La primera vez que encendí un cigarro en Canadá cerca de niños (que no estaba tan cerca) , fueron los padres y personas de alrededor las que se encargaron de indicarme que allí eso no se hace y que si quería fumar me fuera donde no llegara el humo, lo que hice gustosamente.
Veía a los vecinos colaborar con el servicio de limpieza en Brujas por ejemplo o que los niños llevaran bolsas para echar ahí restos de alimentos o frutas.
Una anécdota fue ver como un niño pequeño que calculo tendría un par de años o tres, en Amberes, tiró el papel de su bocata al suelo, llegó el padre y lo regaño indicándole la papelera más próxima y hasta que no lo hizo no se puedo comer el bocadillo.
vuelvo a reafirmarme en lo que dije en facebook hace unos días en que no vale de nada si te quejas de que el suelo esta sucio pero no eres
capaz de coger un papel del suelo o de regañar a tus hijos por tirar
cosas en él. No vale que te quejes de que las cosas están mal hechas
pero no eres capaz de proponer una alternativa y ser capaz de llevarla
acabo.
El papel, la teoría, todo lo soporta, el problema llega
cuando hay que hacer realidad las cosas. Cuesta trabajo, lleva tiempo,
cuesta organizar, mover gente y poca gente valora eso porque "cree" que
esta mal hecho y podría hacerlo mejor pero... curiosamente la mayoría no
lo ha hecho nunca y no sabe si seria capaz de hacerlo, pero critica a
secas.
Quejas, quejas y mas quejas.
Deberíamos reflexionar un poco sobre esto.
No es lo que dices, es lo que haces sobre lo que dices lo que marca la diferencia.
No es lo que dices, es lo que haces sobre lo que dices lo que marca la diferencia.
Y por otro lado ¿de verdad está todo tan mal? ¿de verdad que no hay nada bueno? porque igual que hay quejas ¿donde están los "enhorabuena", las "gracias" y los elogios?
Nunca, o pocas veces, nos paramos a pensar y reflexionar sobre lo que
sí funciona y lo que va bien como algo de lo que aprender también.
Es decir, qué es lo que podemos aprender de todo lo que fuciona a
nuestro alrededor, de otras personas o, incluso, de nosotros mismos, con
el objetivo de ser conscientes, mejorar nuestras actitudes, creencias y
comportamientos, obteniendo como consecuencia buenos o mejores
resultados en el día a día, en la vida en general.
Cuando un peque hace algo bien se lo elogia ¿verdad?. Con eso consigue que se le motive para que vuelva a realizar la acción o evento que hizo que se lo elogiara. Asi se consigue con mayor probabilidad, que siga haciéndolo. Y de adultos ¿no se puede seguir haciendo eso? ¿pensamos que no motivamos a los demás si elogiamos su buen trabajo? ¿acaso pensamos que si lo hacemos demostraremos ser más débiles? porque yo creo que no. Hay grandes profesionales en este país. No hay mas que ver los reconocimientos que existen y llegan desde otros países. Y ese es el problema, que no llegan de dentro, llegan de fuera la mayoría de las veces.
Hemos de empezar a valorar, a motivar, a elogiar lo bueno que tenemos que es mucho. Sino preguntemos a nuestros abuelos o padres más mayores, que nos cuenten como se vivía hace no tanto, qué servicios se tenían y como eran calles y carreteras, la educacion, la sanidad, etc.
Perspectiva también es importante. Y la humildad mucho más.
Espero que entendáis estas palabras como lo que pretenden ser, una reflexión para que de vez en cuando, veamos qué estamos enseñando a pequeños y grandes, cual es la actitud con la que decimos las cosas y qué podemos hacer al respecto desde nuestra posición.
A veces una palabra de ánimo es más potente que una reclamación. A veces basta un abrazo para remediar un dolor. Hasta que no entendamos que todo afecta a todos, seguiremos quejándonos los unos de los otros.
Probemos a decir lo bueno, también, a ver qué pasa.
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