Somos lo que comemos
Comienzo este post con la frase que escribió el filósofo y antropólogo Ludwig Feuerbach en el siglo XVIII. Durante los últimos decenios la ciencia ha comprobado como el tipo de alimentación influye en las neuronas y en las capacidades cognitivas. Sí, efectivamente, la alimentación ayuda o perjudica a pensar mejor, concentrarse mejor y, en definitiva, a vivir mejor o no. Dejo claro que mi visión personal es que es de cada uno la responsabilidad de esto que digo, dejemos de acusar a otros lo que recae en nuestras manos y, mejor dicho, en nuestra boca.
La neurociencia ha ahondado en analizar los mecanismos como la sensación de hambre y la saciedad, sobre trastornos alimenticios como la obesidad o la anorexia y de como se ha comprobado, por ejemplo, que en la mente de una persona con peso excesivo se suceden procesos similares a los que tienen lugar en la mente de un drogadicto. Es como para tomar conciencia y cartas en el asunto ¿verdad?
es el Sistema Neuroendocrino el que se encarga de regular las ganas de comer y la saciedad. El cerebro está constantemente requiriendo energía para funcionar. Pese a que apenas supone el 2% de todo el cuerpo, consume aproximadamente un 20% de la energía que comemos a lo largo del día.
Es un órgano costoso en términos energéticos. El cerebro constantemente mide las reservas de las que dispone nuestro cuerpo, tanto energéticas como nutricionales. Constantemente se producen intercambios nerviosos con nuestro sistema digestivo.
La psiconeurobiología es la encargada de desgramar el proceso tan complejo e inmdiato que se produce a cada rato en nuestro cerebro y organismo. Se encarga de desmenuzar las relaciones entre hipotálamo (área del cerebro, profunda que controla la sensación del hambre), las hormonas como la leptina, insulina y la grelina, que son las que influyen en el hambre, las dos primeras frenan el hambre mientras que la grelina hace lo opuesto.
La concentración en sangre de estas sustancias, así como otras que segrega el intestino como la colecistcinina, varía en función de como estén las reservas energéticas del organismo y del tiempo que ha pasado desde que hemos ingerido comida por última vez. Así vemos que las hormonas son fundamentales en el proceso del hambre y la sensación de saciedad.
Si pensábais que esto era todo, que solo es un esbozo breve y muy sintetizado, también influyen las interacciones nerviosas. La cosa se va complicando ¿eh?. Siempre digo que nuestro cuerpo es una máquina perfecta y cada día más me doy cuenta de ello.
En fin, sigo con mi exposición, pues hay receptores que se encargan de medir la tensión del estómago. Tenemos sensación de estar saciado cuando el sistema nervioso detecta glucosa en la vena porta a la salida del intestino. Señales que llegan al cerebro, concretamente al tronco cerebral que es que que puede incluso reprimir el hambre directamente.
Hablemos de la saciedad.
Las proteinas son aquellos nutrientes que desencadenan la sensación de saciedad. Tras comerlas, el aparato digestivo las digiere y el resultado de ello es que pasen a la vena porta, a la que ya he mencionado y que se encuentra al final del intestino. Es aqui donde se activan terminaciones nerviosas que inervan casi todos los órganos de la cavidad abdominal: higado, estómago, intestinos... Eso es via de doble circulación, señales nerviosas que se suceden del cerebro al estómago/intestino y viceversa. Así pues cuando se detectan los residuos de las proteinas en la vena porta se manda una señal nerviosa al cerebro y éste desencadena la neuglucogénesis en el intestino, que es como se llama a la producción de glucosa a partir de esos residíudos de proteinas. La vena detecta esta glucosa y manda mensaje nervioso al cerebro, al tronco cerebral, que es el que os contaba que reprime el hambre y nos hace sentir saciados.
Interesante ¿verdad)
Ojo, matizo, que las proteinas calman el hambre despues de la comida pero no quiere decir que los regímenes a base de proteinas o protéicos sean efcicaces y os explico el porqué.
En caso que las proteinas ayuden a lograr una perdida rapida de peso, el cuerpo reacciona con un método de defensa que favorece que se almacene ergía, es decir, que se produzca grasa. El resultado por tanto, para que no haya dudas, es un efecto yo-yo. PAra perder peso de manera duradera es preciso que se de una progresión, como por ejemplo comer menos cantidad con alimentos poco energéticos o, mejor dicho, con cantidades energéticas bajas.
El ejemplo que siempre pongo es canónigos, te puedes comer literalmente un cubo que no va a suponer apenas calorías y te van a saciar.
Es muy importante entender que la alimentación tiene muchas repercusiones en el organismo. En próximos post os hablaré de la importancia para el rendimiento mental y los ayunos.
Enlaces para saber más:
- anatomy and function of sensori hepatic nerves.
- Instestinal glucose metabolism revisted.
- Saciedad: control de la ingesta.
- ¿por qué engordamos?
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