¿Quién es el dueño de tí? Mente y ser, aprendiendo siempre.

Con este título arranco otra reflexión dentro de mi blog. Hoy me permito divagar en "voz alta". Hace demasiado que no me lo permito. Normalmente mido mis palabras, las busco y adecuo a personas y circunstancias. Solo me permito soltarme cuando estoy en compañía de quienes confío plenamente y, a día de hoy, son muy pocas esas personas.

Eso nos pasa a todos ¿verdad?. Solemos tener la sensación, cuando atravesamos aguas turbias, que somos los únicos que estamos atravesando esta situación. Creo que ahí manda nuestra mente y nuestro ego. El método de defensa de nuestro cerebro reptiliano que hace de las suyas. Sí, sí, tenemos tres cerebros: el reptiliano (el primitivo), el emocional y el racional. Conste que este es un modelo que sugirió MacLean. 

El cerebro reptiliano es el que estaría relacionado con los ganglios basales, tronco del encéfalo y cerebelo. El primitivo y más antiguo. El mas relacionado con los comportamientos instintivos y se centra en la supervivencia. Sus respuestas son automáticas, directas. Luego vuelvo a él.

El cerebro emocional es el relacionado con el sistema límbico, un sistema basado en evasión y atracción, dolor y placer. Regulado por la amígdala, el septo, el hipotálamo, corteza del cíngulo e hipocampo. Responsable de la motivación y la emoción de todos nuestros comportamientos.

Y el tercer cerebro el racional, el más moderno, es decir, el más "nuevo" dentro de nuestra evolución como especia. este cerebro es característico de los mamíferos evolucionados, los primates, y es el responsable del pensamiento avanzado, la razón, el habla, la planificación, la abstracción y la percepción, denominadas en psicología como funciones superiores.

Una vez entendemos esto, sin considerar a estos cerebros de forma separada, muy al contrario, interconectados y en constante comunicación, cada vez que nos enfrentamos a una situación que requiere de nuestros recursos mentales entran en juego todos ellos más la parte espiritual, si me lo permitís. Lejos de trivialidades y religiones, me refiero sencillamente a todas esas sensaciones que no podemos explicar, a la intuición, a la magia, al crecimiento personal, etc.

Así pues, cuando llega una época complicada y nos sentimos vulnerables o sobrepasados, arranca nuestro cerebro reptiliano para decirnos que es momento de sobrevivir, y se activan las funciones de alerta porque han cambiado las sensaciones de lucha/huida. Bienvenido el estrés. Y no lo digo en tono despectivo, el estrés ha sido y es fundamental para nuestra supervivencia, solo que en dosis elevadas y de contínuo se convierte en un poderoso enemigo que vive dentro de nosotros y que puede convertirse en ansiedad (ojo con ansiedad que utilizamos esta palabra a la ligera).

Y llega la comunicación de ese cerebro reptiliano con el emocional, se activa la amígadala, entre otros, responsable además de muchas otras cosas, del miedo. Y se le suma al estrés el miedo, la inseguridad, el temor, y aparecen emociones. Intensas claro, la tristeza, el enfado, quizá el desasosiego, etc. cualquiera puede llegar acompañando el miedo.

Y el cerebro racional, el cognitivo, el que a todo le busca la explicación, con todo eso ¿qué hace? nos provoca pensamientos intrusivos y rumiaciones, entre otras cosas, porque hay que buscar una explicación y una solución rápidamente, sin cesar, volcando todo en ese momento hasta agotarnos, sin dejarnos respirar si quiera.

Yo me imagino una conversación de lo más intensa entre ellos tres con cada situación. Uno básico pero efectivo, otro emocional y lleno de sensaciones, y el que trata de poner orden racional a todo tratando de ser lo más efectivo y rápido posible, con las herramientas de que dispone claro.

Todo sucede en segundos, minutos, el tiempo en nuestro cuerpo y cerebro es mucho más rápido que nuestras vidas, y ya es decir. Igual por eso, como cada vez más dejamos en manos de esta máquina el control de todo nuestro cuerpo, mente y alma, tenemos la sensación de vivir tan deprisa.

Porque sobre estos tres cerebros debemos estar cada uno de nosotros. ¿qué? ¿os he dejado sin habla? Podríais preguntarme ¿pero no son parte de nosotros también? Sí, pero sí algo he aprendido esos casi dos meses en Nepal, es que, voy a utilizar un símil con las empresas, la mente es como el Director General de la empresa. Nuestra empresa somos cada uno, con todo lo que eso quiere decir, nuestra empresa, en la que deberíamos invertir todos los recursos disponibles en primer lugar, es todo lo que engloba: son nuestros pensamientos, sí, también emociones, también forma física, células, bacterias, hábitos, comida, hobbies , niñez, adolescencia, educación que recibimos, lo que aprendemos cada día, lo que leemos incluso, todo, cuando digo todo, es TODO lo que nos ha traído hasta el hoy.
Y dejamos en manos del director general el control de la parte más importante de la empresa, pero todos sabemos que una empresa no es solamente la parte que piensa en estrategias, en aplicar los recursos, no. También es importante quien se encarga de almacenar la información y los recursos, y ni que decir de quien ejecuta lo que piensa y se almacena, quien reparte. 

Al fin y al cabo, los presidentes de la empresa, los dueños de ella, somos nosotros, ese todo. Al menos deberíamos serlo, y si no nos gusta lo que la mente nos dice, igual deberíamos pensar en cambiar ese director general. Por eso hay personas que cambian su vida drásticamente, que dejan una vida de supuestos lujos para convertirla en más humilde o más humana. Otros aprovechan cada momento a desconectarse de tanta red y vivir el contacto humano, otros nos damos a la meditación, al yoga, al crecimiento personal en busca de aplacar a ese director general.

He de decir que meditación y yoga, personalmente, me sirven muchisímo, y suelo tener bajo control la mayor parte del tiempo al Director General, alcanzando el tan apreciado equilibrio interior que tanto cuesta conseguir. Solo que a veces pasan cosas que nos desequilibran y ¡ea! otra vez el Director general haciendo de las suyas sin tu permiso. 

¿Qué toca entonces?reinventarse una y otra vez, buscar más herramientas que ayuden a gestionar la empresa, a gestionar las relaciones con todas las partes de ti mismo, incluyendo las que no te gustan. Aceptando que hay que pasar por épocas oscuras, grises y brillantes. Eso también significa acudir a los que quieres en busca de su apoyo, de palabras que te recuerden lo que en momentos se nos olvida. Y si la cosa se vuelve seria, acudir a los profesionales de la salud mental para que te den herramientas, como psicólgos.

La vida es un contínuo, todos elegimos cómo queremos vivirla salvo que tengamos circunstancias externas como enfermedades o accidentes. La mayoría del tiempo preferiría olvidarme de todo, pero os pongo un ejemplo, hace días iba al cine con amigos con la pretensión de "olvidarme" de todo, lejos de eso, cuanto más trataba de evadirme de lo que sentía, lo que no quería ver, más consciente era que estaba optando por lo fácil y que tratar de estar bien no significa que lo esté. A mi no me funciona. Me di cuenta de cuantas máscaras nos ponemos para no enfrentarnos a lo que más miedo nos da, nosotros y lo que sentimos.

Cuanto más anestesiados más nos cuesta aceptar, más duele volver a la realidad, más estar en silencio, más dejar de comprar cosas y mirar el móvil, más sumergidos en lo exterior, menos en lo interior. Mas medicados y menos conscientes, buscando un reconocimiento de fuera que normalmente no llega.

Puede que cueste mucho, pero al final, si te trabajas bien por dentro, como sea, yo ahí no entro. Que no estoy diciendo que todo esto no se haga, que yo soy la primera que disfruto de una buena película, soy una amante del cine. Pero todo en exceso es perjudicial, todo. Incluso un amor exagerado es nocivo, una dependencia emocional es nociva, una alimentación hiper mirada es nociva. 

Buscar el equilibrio no es fácil y una vez que lo encuentras sabes que podrás perderlo en cualquier momento, con lo que jode, hablemos franco. Pero si has hecho bien el trabajo en tu empresa, sabes que estarás bien, que podrás gestionarlo porque sabes qué tienes que hacer, entendiendo que todo es parte de un proceso, unas veces vas más deprisa y otra más despacio. Pero quien decide tiempos eres tu.

Lo que siempre digo, rodéate de personas que sumen, sepan apoyarte cuando en verdad lo necesitas, a quien puedas decir como te sientes sin que sea una carga, en quien confiar, a quien poder contar cuando estés preparado, que te motiven y te calmen. Todo se trata de dar y recibir. Si es un equilibrio es maravilloso. Quien quiera estará y quien no esté mejor enterarte pronto ¿no? Tenemos un tiempo limitado y una capacidad de cuidar limitada, por eso hay que elegir bien con quien hacerlo. 

Gracias por escuchar.

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