La rosa y el sapo
Despertada una vez más esta semana por culpa de mis dragones particulares sin poder dormir nuevamente, releyendo una de mis revistas preferidas "Mente Sana", os dejo aquí un cuento tradicional que quizá muchos no conozcan, como era mi caso:
"Había una vez una rosa enorme y seductora que crecía en el centro de una hermoso jardín. Era de un color rojo brillante y llamativo, y no solo era hermosa, sino que, además, lo sabía.
Le encantaba entonar una canción que se había inventado en la que se describía a sí misma como la flor más bella del jardín. Un día, la rosa empezó a desear que más gente admirara su esplendorosa belleza, que más personas se acercaran a oler su suave perfume, que más enamorados alabaran su excelencia. Sin embargo, empezó a notar con fastidio que la gente la miraba y hacía gestos de complacencia, pero siempre desde lejos.
La rosa miró a su alrededor y descubrió que en la fuente junto a ella había un enorme y deforme sapo. Decidió que esa era la razón de que nadie se acercara a verla y halagarla. La fealdad del sapo espantaba a los visitantes. Indignada ante la realidad que acababa de comprender, se irguió y, alzando la voz, ordenó al sapo, con un gran desprecio que se fuera de inmediato del jardín y que no volviera a acercarse a ella nunca más. El sapo, quizá el mayor admirador de la flor, obediente, aceptó.
- Está bien- dijo-, si así lo quieres...
Y tomando sus pocas cosas se fue saltando desde el jardín hasta el río.
Pasaron algunas semanas y, un día, el rechazado sapo, de camino al bosque, pasó por donde estaba la rosa. Casi sin pensarlo, se asomó al jardín y se sorprendió al ver que aquella que recordaba como la más hermosa de las flores aparecía ahora casi marchita, con apenas unas pocas hojas y con sus pétalos totalmente arrugados y descoloridos.
El sapo, sin rencor, le dijo sinceramente apesadumbrado:
- Te veo muy mal! ¿qué ha pasado contigo?
La rosa intentó sonreír, como agradeciendo su compasión.
- Desde que te fuiste, todo ha ido de mal en peor. Los gusanos se han ido comiendo mis raíces para anidar en ellas. Como consecuencia, me fui debilitando y, pese a mis esfuerzos, no he podido volver a ser la hermosa flor que tú conociste.
- Qué pena- dijo el sapo-. Lo siento.
- si- dijo la rosa-. Ha sido una desgracia...
- Puede ser, pero si me permites decirte algo, tú elegiste esta desgracia, o mejor dicho, tu vanidad lo hizo, aunque tu nunca pensaste en lo que podía pasar- aclaró el sapo.
- No entiendo- dijo la flor-. ¿De qué me estás hablando?
Cada día, mientras estuve en el jardín, te miraba y te adulaba. Debiste darte cuenta de que cada noche, mientras viví a tu lado, me comía a todos los gusanos que se acercaban a ti, todas las larvas de las hormigas. De este modo, por la mañana, cada mañana, ninguno de tus enemigos estaba allí para atacarte".
Bonita historia con mucha moraleja. Recientemente "amigos" pasados han reconocido que yo era ese sapo. Yo no niego a nadie ninguna conversación, salvo excepciones muy grandes, y mucho menos la oportunidad de explicarse. Me han explicado y me han pedido perdón, contándome sus desgracias, las cuales siento profundamente porque no deseo ningún mal a nadie y menos de gente con la que he compartido muchas cosas, y por su puesto que mi perdón lo tienen. Es curioso como solo reaccionamos cuando perdemos algo, cuando miramos a los lados y no contamos con los que siempre caminábamos dando por hecho que seguirán allí o a veces ni si quiera viendo, como dice el cuento, que están ahí.
Uno de los aprendizajes para todos es pararse a reflexionar de vez en cuando con qué personas contamos en nuestra vida y que nos aporta cada una. Eso nos valdrá para hacernos a la idea de qué sentiríamos si esa persona no estuviera y en consecuencia, podremos obrar con ellas.
Otra de las moralejas que veo en esta historia son las elecciones. Yo ultimamente ando algo triste, por muchas cosas, pero no considero la tristeza como algo malo, o el miedo o el dolor. Lo que si considero peligroso es elegir quedarse en el sufrimiento, en permanecer inmóviles o depresivos, esto último son elecciones nuestras. La rosa eligió echar al sapo. Así pues, siendo consciente que la vida nos pone mil pruebas que llegan sin más, sí que podemos elegir qué hacer o que actitud tomar. Cosa muy importante a tener en cuenta.
Jorge Bucay, médico y terapeuta así como escritor, comenta: "como solemos decir los terapeutas: los miedos se afrontan, los dolores se padecen y las tristezas se lloran. Y estas acciones nos ayudan a superar esos momentos y pasar a una etapa más elaborada y adulta de nuestra realidad". Cosa con la que estoy plenamente de acuerdo.
Como historia personal que se me viene a la mente, resumiré que hace años se suicidó un amigo mío, así fue, en pocos días será el aniversario. Ha sido una de las experiencias más duras con las que he tenido que lidiar y aún hoy su recuerdo me produce una punzada de tristeza profunda. Hecho que me marcó mucho porque hasta hace no mucho tiempo sentía que había fallado a mi amigo, con tan trágico desenlace.
Por más que psicólogos me habían dicho que no tenía culpa de esa elección que hizo, yo no me sentía así al pensar en ello. Parte de mi preocupación por mis amigos viene de este acontecimiento, por eso quizá soy tan pesada cuando se que lo pasan mal. Pero ese es otro cuento. El caso es que la tristeza fue muy profunda, tanto que estuve mucho tiempo apagada y en un rincón oscuro de la vida. Pero una vez que entendí que pasamos unos ratos inolvidables, que su sonrisa está grabada en mi corazón y que aun con recuerdos complicados prevalecen los buenisimos que vivimos juntos sin que hubiera podido decir o hacer algo que hubiera cambiado el hecho de su elección tan fatídica, he sentido como me liberaba un poco más, como el peso de sentirme culpable, y que no me dejaba avanzar en otras relaciones con otras personas, se desvanecía.
Lo mejor que puedo hacer es recordarle con esa sonrisa, sonreir como hacía cuando estábamos juntos tomando esos cafés en gran vía gracias a él, y vivir la vida a tope. Este mundo no es perfecto, el sapo puede que no sea perfecto, pero tenemos que apreciar lo que tenemos para no lamentar lo que perdemos y sus consecuencias. ¿No creéis?
Totalmente de acuerdo... En esta sociedad tan esclava del físico y de la imagen, a veces nos separamos de personas que, aún sin cumplir con los cánones establecidos actualmente, tienen muchísimo más que aportarnos que el Brad Pitt o la Angelina Jolie de turno.
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