Generosidad en tiempos de crisis

En los tiempos que vivimos y según numerosos estudios, los actos altruistas se relacionan directamente con los centros de placer del cerebro y que ayudan a obtener felicidad.
Con actos generosos nos sentimos bien. Estamos contentos cuando ayudamos a un turista a dirigirse correctamente a su destino, cuando vemos sonreír un niño por nuestra  causa, cuando prestamos dinero a alguien que lo necesita, cuando ayudamos a un amigo. Y nos sentimos bien porque está íntimamente relacionado con dos cosas:
1- los centros del placer del cerebro, como recientes investigaciones demuestran. Cuando ofrecemos algo a alguien voluntaria y desinteresadamente estos centros de placer se activan. Misma reacción que cuando comemos chocolate, escuchamos música que nos gusta o practicamos el sexo.
2- Porque cumplimos con lo que desde niños se nos ha sido inculcado, la integridad y el compartir. 

Está demostrado que quienes ayudan a sus semejantes son más felices que quienes solo sirven a sus propios intereses. Una persona que haya sido voluntario y lo digo por experiencia propia, desea siempre volver a retomar ese voluntariado, echas en falta seguir contribuyendo al bienestar de los demás. Te falta algo y no puedes evitar ayudar , todo se te hace poco.
Imagen de desmotivado.es

Siguiendo con la generosidad, un estudio realizado entre mas de 6.500 personas en Estados Unidos, ha demostrado que lo determinante para mayor esperanza de vida no es lo que se nos da, sino lo que damos. Las personas que más se habían preocupado por otros, tenían mas posbilidades de vivir más, llegaban a edades más avanzadas.

Parece ser que esta paradoja resultante de que quienes más se involucran, más se implican física y mentalmente con el desgaste que ello supone, sean capaces de vivir más. viene de nuestros orígenes. Ejemplos de alta longevidad Santa Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer... ejemplo de dedicación y esfuerzos que llegaron a edades avanzadas.
Nuestros antepasados lejanos no tenían más remedio que cuidar los unos de los otros, entendiendo se que la humanidad solo se podía desarrollar dentro de la colectividad. A ver si somos capaces de entender todos que el ser humano es un animal social.

Por lo tanto nuestro cerebro estaba programado, estaba designado a ser solidario y generoso. Habida cuenta de ello que los grupos que se organizaron en clanes y se ocuparon los unos de los otros siguieron adelante, en contra de quienes no lo hiceron. Esto es culpa de nuestro sistema cerebral empático, contrario al pensamiento estratégico.
"cuando somos testigos de la alegría o del dolor de otras personas, reproducimos en nuestra mente sus sentimientos. Al difuminarse la frontera entre el tú y el yo, ambos cerebros vibran en sincronía. Mecanismos similares se ocupan de la confianza y entendimiento mutuos". *

Imagen de www.libresmasones.blogspot.com
Por ello vemos muestras de esta empatía en los niños, en la infancia, desde las edades más tempranas. Tenemos genes para el altruismo, solo que también tenemos una contrapartida natural, que es el egoísmo. La clave es encontrar el equilibrio entre ambos. El grado o nivel de  generosidad también depende de la predisposición de cada uno, si ello es potenciado los resultados son distintos a quienes no solo no lo hacen sino que lo alejan de sí mismos. Genéticamente hablando todos somos capaces de correr, pero si uno no tiene predisposición a mantener su cuerpo en forma este se va atrofiando de manera que no resultará fácil correr una maratón, pero andará y paseará. Pues con la generosidad sucede lo mismo.

El hecho que la sociedad impulsara la idea y mecanismo modélico donde solamente hemos de preocuparnos por nosotros mismos siglos atrás,  ha sido tremendamente arriesgado. Este modelo no va sino en contra de nuestra propia naturaleza y ha llegado el momento de comprender que necesitamos ser solidarios y generosos con los demás, dado que ello significa mejorar nuestro propio bienestar. 

Y sobre la pregunta de sobre qué nos hemos de preocupar si de nosotros o de los demás, la respuesta queda solventada, de AMBOS. Dado que el bienestar , la felicidad de uno pende de la de los demás, una no existe sin la otra.

*Cita de Stefan Klein, científico alemán, estudió física y filosofía analítica y ha investigado en el ámbito de la biofísica teórica.

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